Una explosión y un silencio.
Cien chicos, saben que ese
es su momento.
Todos luchamos incansables
contra enemigos invisibles.
Se levantan estandartes,
que hechos de personas,
se alzan rozando el techo,
imperantes, insurrectos,
y desde ahí...caen.
Se lloran himnos.
Cinco, diez, quince jóvenes,
vuelan por el aire.
Ni un gramo de hipocresía.
Esa clase de reuniones
no son aptas
para inconsecuentes.
Un ejercito de adolecentes,
totalmente consientes.
Deja bien en claro su postura
frente a una sociedad degenerada,
que no los representa.
miércoles, 8 de octubre de 2008
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