Habia una ves una princesa,
que tenía una sonrisa
de barquito de papel
muy chiquito.
Que vivía en un reino magico.
Donde las plazas eran para soñar.
Los tardes de domingo,
para hacer el amor.
Y si fuera nececario
por cien años te juro,
consagraria mis tres deseos
A vos,
a mi niñez
y a las demas cosas que perdi.
miércoles, 11 de junio de 2008
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